Opinión

Cuando un vaso se rompe

La sospecha de la existencia de cosas ocultas bajo las alfombras de Sánchez

(Cuando estaba a punto de terminar el artículo que está bajo estas líneas, Pedro Sánchez anunció que se retiraba a meditar cinco días para decidir qué hará en el futuro: si dimite o se queda, se queda o dimite, he ahí el dilema. El caso es que el plagiario doctor, que tanto mintió a los españoles y que en el Congreso pidió, su vicepresidenta lo hizo con las venas reventonas, que investigaran a la mujer de Feijóo, a la que había denunciado un diario, que rectifico públicamente su calumnia, mientras ellos, los acusadores, guardaban silencio. Ahora, un juez abre diligencias para investigar a la mujer de Sánchez, que dijo que creía en la justicia española, y lo que hizo fue organizar un "mierdamoto" de dimensiones desconocidas en este país.

Cuando un vaso se rompe

Cuando un vaso se rompe / Juan de Lillo

Aquí, como en cualquier democracia, democracia, seria, nadie está por encima de la Ley, puesto que todos somos iguales ante ella, según la Constitución. ¿Entones qué? Pues que Sánchez, sus acólitos y seguidores no deben de acusar a nadie de urdir esta "trama", y que permitan funcionar a la Justicia, que es la que puso en marcha este proceso, a petición de un grupo, de dónde proceda, que tenía todo el derecho a hacerlo. Es un verdadero esperpento esto que ha desatado el presidente. Creo que busca adhesiones inquebrantables, como hacen los dictadores, para desdecirse y seguir en la silla gestatoria. Veremos, porque todavía está a tiempo de portarse como un demócrata de verdad. Y, además, todo es un evidente intento de influir en las elecciones catalanas y europeas presentándose, para dar pena, ante los españoles como víctima consorte. Que dejen actuar a los jueces, y menos mierda, que ellos son quienes tienen que decir si es cierta la acusación o es pura mentira. Algo debe de haber debajo de las alfombras, cuando el presidente arremete así contra la oposición y a los jueces, a los que, desde hace tiempo, tiene en el punto de mira. Para qué engañarnos. Vamos, un circo).

Y ahora sigue lo que ya había escrito, antes de tan "desgarrador" episodio:

Yo desconocía, y muchos españoles también, que el "falconer", era también taumaturgo, el que hace milagros. Con el impudor presidencial persistente, y por herencia de su antecesor, de querencia venezolana, el insigne José Luis Rodríguez Zapatero, consiguió, sin romperse ni mancharse, ascender a los hijos de ETA, aquella banda asesina de cerca de mil españoles, en ciudadanos de primera, pese a que rechazan nuestra Carta Magna, abominan de España, proclaman su independentismo, su marxismo-leninismo y su voluntad dictatorial, y no reconocen su pertenencia a una banda armada. Estos son a los que Pedro Sánchez fue canonizando, lentamente, poco a poco, como si se tratara de fieles cumplidores de las leyes y de los principios que la mayoría consideramos inmutables, incompatibles con el engaño, el tiro en la nuca y la bomba-lapa. Un premio que no merecían ni nosotros la condena.

Esto es lo que se respira por las vascongadas, con el "ventolín" del presidente y el añadido de los catalanes de la amenaza y el chantaje que no cesan. Es lo que nos ocurre, con el hombre de La Moncloa a los mandos, y que no sabemos a dónde nos conduce, todo por un sillón, si pudiera, en propiedad. Como si fuera el pago por una vieja deuda, que los herederos de tan generosos políticos y de aquel pueblo agotado y de tan buena voluntad, tuvieran que pagar por haber pactado su futuro. Sin embargo, pese a ser el período mejor llevado por los españoles en siglos, quienes ya nacieron en democracia, y algunos más talludos, quieren destruir el país, con la ayuda de los enemigos de la mayoría, y torcer la voluntad de quienes quieren vivir en paz y buena avenencia.

Pertenezco a una generación de periodistas demócratas, que en nuestra juventud fuimos testigos y actores en aquellos años confusos, de la agonía de la Dictadura y del inicio del nuevo camino, que contamos a pie de obra los trasiegos, polémicas, reuniones clandestinas y a pleno sol, que culminaron con el referéndum que abrió las puertas del país de par en par. Nosotros, y otros muchos periodistas y periódicos en España, contribuimos con decisión y sin titubeos, a que, finalmente, se remansaran las aguas y llegaran a buen puerto. Las hemerotecas y bibliotecas guardan memoria de aquellos acontecimientos, que mantuvieron en vilo a los españoles, hasta que alumbró la esperanza que nos abrió el horizonte a todos. Incluidos aquellos que mantuvieron una actitud adversa, porque sus objetivos, por la derecha y por la izquierda, eran otros a los que no renunciaron nunca. Y que ahora, algunos adanistas desenterraron, para desgracia de casi todos. Por eso, a muchos nos alcanza el desaliento y la incertidumbre que están arrasando el territorio como un turbulento diluvio, sin que conozcamos el momento en que escampará. Por eso, centinelas de las libertades que nos van arrebatando, seguimos pensando que la Transición fue un excelente punto de partida, que nos situó en la senda de la libertad y de la Constitución, que aún disfrutamos, a pesar de los recortes y secuestros sutiles que padecemos, aunque quienes los amasan los nieguen, actitud muy propia de las autocracias.

Y por lo que a mí atañe, lo recuerdo aún con triste satisfacción, fui tres veces expedientado por artículos, entrevistas y reportajes, no satisfactorios para el Régimen, publicados en LA NUEVA ESPAÑA. Pasé, juntamente con Graciano García por los tribunales, por cuatro secuestros de "Asturias Semanal", la revista que contribuyó de modo audaz, a superar aquel largo sueño Y, finalmente, un juicio de fallo inminente, del que me libré, porque, por consejo de mi abogado, Ignacio Álvarez-Buylla padre, me acogí a la amnistía decretada por el Rey para todos los españoles que tuvieran causas pendientes.

Frente a muchos que guardaron silencio hasta entonces, e insisten, creo que me gané un modesto derecho, con tantos periodistas y ciudadanos que también arriesgaron, a reclamar el espíritu de la Transición, guía para llevarnos a la convivencia sin trampas, porque es el medio natural en que debe desarrollarse la actividad en democracia. Y, a la vez que millones de españoles, me parece inadmisible la deriva ciega por la que discurren nuestros pasos, camino de catástrofe.

Cuando un vaso se rompe, los cascotes se esparcen por el suelo y resulta imposible su reconstrucción. Sánchez está a punto de romper en mil pedazos el vaso de nuestra Constitución, de nuestra libertad, de nuestra unidad, de nuestra concordia y de nuestro futuro en paz.

P.S. En el texto que precede, hice una cita abstracta a la sobresaliente contribución de numerosos periodistas españoles a la causa de la democracia y de la libertad. Y pienso que no deben permanecer en el anónimo. Por esa razón, añado un listado de aquellos que, en Asturias, fueron intérpretes y cauce fundamentales de la información, que llegó a los asturianos en aquel tiempo tan lleno de ilusiones. Estos son sus nombres, algunos de los cuales ya no están entre nosotros:

Graciano García, Evaristo Arce, Faustino F. Álvarez, Juan Cueto, Guillermo García-Alcalde, Melchor F. Díaz, José Manuel Vaquero, Javier Ramos, José Manuel Méndez Trelles, Rafael Sánchez Avello, Ceferino de Blas, Lorenzo Cordero, Rubén Suárez, Orlando Sanz, José Vélez, Ángel Ricardo, Luis Vallina, y yo mismo.

Y, como mi memoria ya flaquea, tal vez me hayan quedado algunos compañeros sin cita. Que me perdonen, y prometo tenerlos presentes en mis oraciones.

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