Así fue la delicada operación de la Armada en la costa de Gijón: neutraliza en el agua dos obuses y recupera otros dos

Los buzos localizaron las piezas frente al Cerro, a cinco metros de profundidad e incrustadas en las rocas, tras un gran operativo con zódiacs e inmersiones

Así fue la operación para desactivar los obuses de Gijón: cuatro artefactos recuperados y dos neutralizados en pleno Cantábrico

Ángel González/ Amor Domínguez

Pablo Palomo

Pablo Palomo

"A mi señal. Fuego. Fuego. FUEGO". El walkie talkie de Alejandro Museros, teniente de navío de la Unidad de Buceo de La Armada, con sede en Ferrol, transmitió ayer esta orden desde el saliente más alto del cerro de Santa Catalina. Acantilado abajo, a la sombra del "Elogio del Horizonte", cuatro tripulantes y tres buzos subidos a dos zódiacs ya se habían alejado a una distancia de seguridad de la baliza que acaban de colocar para señalizar la posición en el agua de los cuatro obuses hallados este martes por dos buceadores, tal y como desveló LA NUEVA ESPAÑA. La orden fue, en realidad, una cuenta atrás, porque tras ella vinieron dos detonaciones, apenas perceptibles, para neutralizar dos de las cuatro piezas de artillería recuperadas ayer por la Armada tras un enorme y exitoso despliegue en Cimadevilla. Las otras dos se recuperaron del fondo marino sin espoleta pero con pólvora. Las cuatro serán eliminadas en un campo de maniobras especializado en Lugo.

Arriba, los buzos realizando una inmersión con la zódiac al lado. Bajo estas líneas, Saúl Dago, Luis Vicente Márquez y Alejandro Museros, ayer, en el cerro de Santa Catalina. | |  ÁNGEL GONZÁLEZ

Los buzos realizando una inmersión con la zódiac al lado. / Ángel González

La misión de la Armada en las aguas gijonesas del Cantábrico comenzó sobre las doce y media. Apenas una hora antes, el Helimer y otro helicóptero de la Guardia Civil planearon por la bahía. A esa hora, una primera zódiac ganó la posición casi sobre la perpendicular de la escultura de Eduardo Chillida. La embarcación tuvo que doblegar el fuerte mar de viento con que despertó Gijón. Varios buzos realizaron una primera inmersión con trajes de neopreno y bombonas de oxígeno. Buscaban la posición exacta en la que se habían hallado los artefactos el martes.

La Armada neutraliza en el agua dos obuses y recupera otros dos sin espoleta

Saúl Dago, Luis Vicente Márquez y Alejandro Museros, ayer, en el cerro de Santa Catalina. / ÁNGEL GONZÁLEZ

Esas primeras labores buscaban confirmar al cien por cien que los objetos eran obuses. Era la última comprobación, ya que hace dos días el Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) y el Servicio de Desactivación de Explosivos y Defensa de la Guardia Civil habían avanzado esta posibilidad. Las primeras hipótesis hablaban de dos piezas, pero fueron finalmente cuatro las encontradas por la Armada. Estaban a cinco metros de profundidad, algunas incrustadas entre rocas. "Estas labores, para nosotros, de cara al ciudadano, son importantes", destacó Museros.

Casi a la par que llegaba la zódiac aparecieron por la cima del cerro de Santa Catalina el comandante naval de Gijón, Luis Vicente Márquez, acompañado de Museros, y de Saúl Dago, jefe de operaciones de la Comandancia. Los tres llevaban su uniforme. "Por el aspecto, los obuses están casi concrecionados. Es decir, forman parte del fondo y están muy deteriorados. Es como si estuvieran petrificados", informó en ese momento Márquez.

La Armada neutraliza en el agua dos obuses y recupera otros dos sin espoleta

Los obuses retirados de aguas gijonesas por la Armada. / Ángel González

La procedencia de las piezas no pudo ser despejada, pero todo apunta a que son de la Guerra Civil. Gijón, durante 15 meses, fue bombardeada por el bando golpista. Museros explicó el procedimiento que iba a seguir: "Lo normal es neutralizarlo, que no explosionarlo, en el agua para quitar la peligrosidad. Luego se retiran, por el impacto ambiental, y se lleva a un campo de maniobras", indicó. "Recuperar esta clase de artefactos en los sitios donde hubo bombardeos es algo recurrente", matizó.

La Unidad de Buceo, con competencias en todo el Cantábrico, la activó el Centro de Operaciones y Vigilancia de Acción Marítima de la Armada. El equipo se enteró de lo sucedido estando en Lugo. Llegaron ayer a Gijón, donde hicieron noche, previo paso por Ferrol para recoger el equipamiento. Trajeron dos zódiacs, tres coches, y vinieron ocho buzos, más de la mitad de la escuadra. Son la única fuerza en todo el país con capacidad de desactivación de explosivos submarinos.

Tras comprobar que las piezas eran obuses, la zódiac de reconocimiento regresó al pantalán de Fomento. La boya de señalización quedó colocada, flotando entre las olas. Desde el puerto deportivo volvieron a salir ahora dos lanchas, ya con los explosivos para neutralizar los obuses. Las zódiacs volvieron a llegar al cerro a las 13.50 horas. Necesitaron más de una hora para completar la operación.

Los buzos adhirieron a la boya de fondeo un cable con señal eléctrica que iba hasta las municiones. Por radio y a una distancia de seguridad, se activaron las cargas para proceder a una detonación que fue mínima. Antes, los dos obuses sin espoleta fueron sacadas de las profundidades.

El explosivo de la Armada provoca un pequeño orificio en el casquillo de la pieza para dejarla fuera de servicio. Se neutraliza, no se detona en el agua. Eso se hará en un campo de maniobras en Parla, en el concejo gallego de Guitiriz. La detonación no llegó ni a salpicar y apenas se dejó oír entre el silbido del nordeste castigando el punto más alto de Cimadevilla.

Los buzos recogieron después los restos de los obuses y se los llevaron de nuevo al puerto deportivo. Entre ellos estaba Óscar Labora, subteniente de la unidad. "Una de nuestras detonaciones fue tan sutil que hasta nosotros pensábamos que había fallado el cable", comentó con una sonrisa de oreja a oreja, tras el orgullo del deber cumplido. Un deber que no fue fácil. "Para los buzos no fue sencillo porque el mar se movía mucho. Tenían que agarrarse como pulpos", finalizó.