Opinión | Solo será un minuto

La selección escayola

Una de las ventajas de cumplir años e ir acumulando daños más o menos colaterales o principales es que muchas de las losas que te parecían muy importantes en un momento determinado dejan de serlo. Puede incluso que pasen a ser intrascendentes. No es que llegue la lucidez de pronto como un brote de iluminación inesperado. Se trata de un proceso progresivo, una evolución paulatina que tal vez sufra de repente un empujón por algún suceso personal con el que no contabas. Golpes y porrazos contra los que no hay preparación posible y ninguna precaución sirve como chaleco antibalas.

Pero lo más habitual es que se vaya desarrollando un blindaje de escayola que tiene mucho que ver con la capacidad de seleccionar lo realmente importante, necesario o relevante. Lo que merece ocupar un espacio destacado en la memoria. La decisión es personal o intransferible: lo que para una persona se hace indispensable para otra puede ser secundario o innecesario, pero lo más habitual es que haya una coincidencia a la hora de poner la etiqueta de banal o estorbo a todo lo que tiene que ver con rescoldos de ambiciones obsoletas, rencores que solo conducen a callejones sin salida, baldíos paisajes de decepciones encadenadas, frustraciones impertinentes o guerras de cien daños que no hacen prisioneros.

En fin, aguijonazos de la vida y sus circunstancias mutantes, a los que se prestaba excesiva atención en su momento por falta de experiencia para distinguir entre clavos ardiendo y ardores que calcinan, y que pasan a ser estorbos bobos con los que la convivencia ya no es posible y huele a ceniza.

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