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El momento de la llegada de Bob Dylan a Gijón, de madrugada

El momento de la llegada de Bob Dylan a Gijón, de madrugada

Bob Dylan vela armas en Gijón

El Nobel de Literatura se encierra en un céntrico hotel donde le aguardan sus fans: "Hay que verlo en directo al menos una vez en la vida"

Dicta el refrán que "donde fueres haz lo que vieres", y así se lo aplicó ayer el premio Nobel de Literatura, Bob Dylan, antes de su esperado concierto de esta noche en Gijón. El genio de Minnesota se dejó imbuir por la jornada de reflexión que imperó ayer en todo el país para atrincherarse en el céntrico hotel gijonés en el que se aloja, velando armas antes de un recital que promete llenar los 4.000 asientos que se ofertaron en el Palacio de los Deportes.

No se dejó ver ni un solo instante pero, como era de esperar, sí se dejó sentir. "Ahí se queda Dylan, en ese hotel. Llegó anoche y no sale de ahí". Dos mujeres de mediana edad, que probablemente eran parvulitas cuando el genio de Duluth comenzó a rasgar las cuerdas de la guitarra, miraban con atención la fachada de El Môderne, el hotel que ha sido el centro de atención de buena parte de los gijoneses en las últimas horas. En los alrededores, refugiados en las terrazas de los bares o bajo los soportales de Marqués de San Esteban, proliferaban los curiosos y los fans, ansiosos de lograr un autógrafo de su ídolo o una foto, siquiera de su rostro aguileño asomado a una ventana. Pero Dylan no apareció; incluso a su llegada, a la hora en la que cierran los bares, lo hizo emulando al hombre invisible, encapuchado y recogido sobre sí mismo.

La cerrazón de la estrella es tal que no ha habido oportunidad de ofrecerle idea alguna para su fin de semana en Gijón. "Nada de nada. Ni recibe a nadie ni hay opción a proponerle plan alguno", apuntan fuentes municipales, respetando, no obstante, la privacidad del artista que permaneció encerrado en su hotel durante toda la jornada. Únicamente al ver salir a varios de los componentes de su equipo, alrededor de las 20.00 horas, se pudo siquiera aventurar que pudiera estar planteándose su salida. No hubo suerte. Ni un saludo ni un autógrafo.

El único que se dejó ver, pitillo en mano, al caer la noche, fue su guitarrista, Charlie Sexton, el miembro de la banda que mejor conoce la ciudad, pues aquí dio ya un concierto a principios de año.

Y mientras los fans esperaban, un novio, en plena despedida, ataviado como el genio Aladín, asistía frente al hotel de Dylan al inicio de su propio espectáculo. "La noche promete", anunciaba a sus amigos. El cantante de Minnesota continuaba entonces encerrado para su otra noche, la de hoy. Sus seguidores esperan impacientes al que será el concierto del año en Asturias.

"Hay que verlo en directo al menos una vez en la vida", coincidían Marta Fernández y Álvaro Cañete, asturiana y sevillano, que llevaban desde mediodía esperando a su ídolo. "Y si no es ahora, no sé si habrá otra oportunidad", barruntaban. Por ello, no dudaron en acceder al interior del hotel y hablar con uno de los colaboradores de Dylan. "Nos dijo que fuéramos al concierto a disfrutar, que bloqueásemos el móvil y lo guardásemos en el bolsillo", aseguran. Fue el contacto más cercano con el artista, pero no desistieron. "Si no lo conseguimos, volveremos mañana -por hoy-", enfatizan quienes reservaron su sitio para el concierto el mismo día que salieron las entradas.

Alejandro García Cue se define como "músico y devoto de Dylan". Una afición, la del genio de Minnesota, que heredó de su padre Mariano, ya fallecido. "Venimos en su memoria", asegura su vástago rememorando aquel concierto, en León en 2004, que vivieron juntos. "Él me inculcó el amor por Bob", asevera García, que acudirá al concierto acompañado de su madre y un amigo de la familia, "tras ver ganar al Sporting e ir a votar. Aunque si toca Dylan, da igual quien gane".

Tomando algo en una terraza hizo tiempo Pablo Casanueva. El músico asturiano lleva mamando la música de Dylan "desde pequeño, mi madre lo ponía en casa". Gracias a ella fue a ver al de Duluth en Córdoba y Lisboa los dos últimos años. Hoy tampoco faltará a la cita y, luego, le seguirá hasta tierras gallegas para repetir. "Es muy inspirador, incluso más allá de lo musical", explica. Tanto que hace que la espartana espera merezca la pena.

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